La perplejidad del directivo

Si hoy tuviésemos que rastrear un rasgo común entre líderes y directivos –por supuesto, no confesado salvo en conversaciones privadas– nos encontraríamos con la perplejidad aunque en formatos diferentes: Cinismo, derrotismo, ansiedad, estupefacción… Sencillamente, dirigir, liderar, ya no es lo que solía ser, y ya no lo será nunca.

¿Qué está pasando? El diagnóstico más habitual remite sin cesar a factores externos al propio hecho directivo, llámense globalización, países emergentes, desestructuración social, pérdida de valores, falta de alumnos de ciertas edades en la Educación… pero ahora llega el inexorable momento de mirarse al espejo, de enfrentarse al propio interior de la organización y de sí mismo y preguntarse: ¿Qué ha cambiado tan profundamente para que nos sintamos tan desconcertados? ¿Qué podemos hacer en este mundo que parece escapársenos por todos lados?

El tema no es tan nuevo como nos puede parecer. De Martino califica de apocalipsis cultural la época actual, pero advirtiendo que no es la primera en la que se produce este fenómeno. Y añade que entre los múltiples síntomas con los que se anuncia un apocalipsis hay uno de importancia estratégica: La destrucción de una constelación cultural provoca, entre otros, un exceso de semanticidad no resoluble en significados determinados. En los últimos veinte años hemos asistido a una espectacular proliferación de conceptos convertidos en moda, entre los que podemos citar la calidad total, el liderazgo, la cultura, los valores, la innovación, la participación… y tantos otros. Su problema –y su trampa– es que, al carecer de significado compartido –tenemos tantas definiciones, y tan contradictorias, de cada uno de ellos como queramos encontrar– cubren el discurso con una capa de modernidad pero velan su contenido, impidiendo la comunicación.

En este apocalipsis cultural la Educación se enfrenta, al menos, a una triple desmembración:

  • La capacidad educativa o formativa de un centro escolar es muy reducida en contraste con la potencia de otros medios conformativos tales como la televisión, el teléfono, Internet o las redes sociales en las que el individuo se desenvuelve.
  • El mundo del trabajo para el que se prepara al alumno con tanto esmero se desestructura sin cesar, se parcela, se hace precario, se deslocaliza, provocando la consiguiente pérdida de identidad de futuro y la incertidumbre asociada muchas veces con el cinismo, cuando no con la agresividad genérica hacia la sociedad.
  • Y la sociedad en la que va a insertarse el educando se desvanece, se hace volátil, se desvaloriza, clausurando sus ofertas éticas y vitales al “futuro” ciudadano

Esta desestructuración destructiva conduce a la Educación a su límite, a la impotencia que significa formar a personas encerradas en centros que cada vez significan menos. Es necesario adentrarnos en una desestructuración creativa, deconstruir la organización para planteárnosla de nuevo. Para ello el primer paso para los Directivos es abrir espacios de diálogo entre todos los agentes implicados en el devenir educativo, gestionar contextos de diálogo y potenciar la comunicación y el trabajo en equipo. Pero no para repetir los viejos clichés, ya gastados, ni para presumir de estar aplicando la última moda en gestión, sino para ir construyendo significados acordes a los tiempos que nos recorren en potentes vórtices, para ir construyendo estrategias de nuevo cuño que permitan tanto la realización de la vocación que tantos magníficos profesionales de la educación poseen como el desarrollo de los alumnos y de sus contextos sociales. Las estructuras (aulas, asignaturas, programas, tratamiento de los tiempos, relación entre docentes y alumnos…) así como los conceptos (calidad, valores, disciplina, innovación…) han difuminado completamente sus significados o quizá los están perdiendo por completo.

Una vez más, como ha pasado en otros apocalipsis culturales, la construcción de estrategias supone crear nuevos significados, ayudar a generar y gestionar nuevos contextos. Y la palabra compartida, el diálogo es la única forma de traducir estas estrategias a la acción y a la transformación.

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Artículo publicado en la Revista Lanbide, Hetel, octubre 2006. Incluye también la versión del artículo en euskera e inglés: Argintedun karguak, noraezean | The bewilderment of managers.

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