En estos tiempos de incertidumbre, resulta interesante leer a Lucrecio y su elogio de la vida, del amor y del desafío a los dioses.
Lucrecio, se supone (apenas se sabe de él) que en el siglo I antes de Cristo, escribe «De rerum natura», libro que ha sido de «cabecera» para diferentes filósofos de nuestro siglo, como Onfray o Negri, y que inicia con la invocación a Venus. En esta época de tribulaciones e ídolos siniestros, no me resisto a transcribir su «Elogio de Epicuro»:
«Cuando ante los ojos de todos yacía vergonzosamente en tierra la vida humana abrumada bajo el peso de la religión, que mostraba su cabeza desde las regiones del cielo amenazando desde arriba con su horrible aspecto a los mortales, en primer lugar un hombre de Grecia se atrevió a levantar en su contra sus ojos mortales y a enfrentarse el primero a ella; a él no lo detuvieron ni las leyendas de los dioses, ni los rayos ni el cielo con su amenazante bramido, sino que estimularon aún más la enérgica valentía de su espíritu en su anhelo de romper el primero los apretados cerrojos de las puertas de la naturaleza. Así que la vívida fuerza de su espíritu triunfó, y avanzó mucho más allá de las llameantes murallas del mundo y recorrió el todo inmenso con su mente y su espíritu, de donde nos trae victorioso qué puede nacer, qué no puede, de qué modo, en fin, cada cosa tiene un poder delimitado y un mojón profundamente hincado. Con ello la religión, sometida a su vez a nuestros pies, yace aplastada y a nosotros la victoria nos iguala al cielo.»
Epicuro es genial. Interesante.