Elogio de la comunidad

“Piense en las empresas que admira. Sospecho que la gran mayoría operan como comunidades de seres humanos comprometidos, no como colecciones de desarraigados recursos humanos. Ahora, imagine una economía formada por tales empresas.”

H. Mintzberg

Recientemente Henry Mintzberg ha publicado un interesante panfleto digital –el autor lo denomina así– titulado “Rebalancing Society” [1], en el que advierte de las catastróficas consecuencias que se están derivando –y profundizando– del brutal desequilibrio en nuestras sociedades a favor de lo privado (de las grandes corporaciones empresariales y financieras). Su propuesta es que, para superar la desastrosa situación a la que hemos llegado en lo económico, lo social, lo político y lo medioambiental, es necesario y urgente rebalancear la sociedad entre lo Público, lo Privado y lo Plural (como “plural” se refiere a organizaciones sin ánimo de lucro, cooperativas, asociaciones ciudadanas etc.). Preso lo público de lo privado, Mintzberg pone el foco en lo plural como fuerza que puede rebalancear la sociedad, y, de forma particular, en la idea de comunidad como integradora de su desarrollo. Y dice: “el sector plural puede (…) liderar el proceso de recuperación del equilibrio social que necesitamos de manera desesperada.”

Abrumados por el (pseudocientífico y manipulador) discurso neoliberal, nos cuesta reparar en que en el origen, desarrollo y prolongación de la Crisis se encuentra la destrucción de lo comunitario, aspecto muy relevante en la degradación que ha tenido el trabajo como construcción colectiva. La comunidad se manifiesta como cooperación y solidaridad entre diferentes que colaboran a una construcción común. Y, aunque hoy suene a herejía anarco-marxista, tiene sus raíces en aquel eslogan que rezaba “de cada cuál según sus capacidades, a cada cuál según sus necesidades.” Y, en palabras de Marx, “Solamente dentro de la comunidad con otros todo individuo tiene los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los sentidos; solamente dentro de la comunidad es posible, por tanto, la libertad personal.”

Sin embargo, el neomanagement es lo más opuesto a la idea de comunidad: Pone todo el acento en lo individual, si bien siempre referido a líderes y directivos, en el “hágase a sí mismo”, emprenda, cree su “marca personal”, y similares eslóganes. Para ello se despliega un enorme negocio de libros de autoayuda, seminarios de inteligencia emocional, sesiones de coaching, talleres de constelaciones organizacionales, cursos de liderazgo… Lo colectivo es sospechoso para los poderes dominantes, precisamente porque es en la cooperación donde se manifiesta el poder de crear al margen del Poder.

El País Vasco tiene una larga tradición comunitaria. En euskera existe un término, auzolan, para referirse al trabajo comunitario que los vecinos desarrollaban solidariamente, construyendo casas, caminos, y otros bienes comunes. No es, pues, extraño que aquí naciera y se desarrollara un movimiento cooperativo que ha sido objeto de admiración y estudio en todo el mundo. Pero el origen y desarrollo de lo que luego se denominaría Corporación Mondragón tiene su origen en la construcción de comunidades de tipo local (Fagor en Mondragón, Ulma en Oñate…) y comarcal, que venían constituidas no sólo por lo empresarial, sino por lo educativo, por lo social, etc. (de hecho, la primera forma organizativa del Grupo Mondragón fue a través de lo que se denominaba “grupos comarcales”). Un ejemplo de construcción comunitaria basado en el reforzamiento de los lazos sociales y en el ejercicio de la solidaridad.

Tal vez el nuevo año sea un momento tan bueno como cualquier otro para repensar, desde la política, el mundo empresarial y la sociedad, lo que estamos haciendo y lo que podemos hacer. Y el panfleto de Mintzberg puede ayudar.


[1] Rebalancing Society, radical renewal beyond left, right, and center – Henry Mintzberg

Publicado en

Artículo publicado en el último número de Estrategia Empresarial, nº 506

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