¿Transformación?

Algunas ideas para compartir lo que entiendo por transformación (para Maialen)

Es habitual que cuando nos encontramos con otras personas hablando sobre los contenidos de nuestro trabajo – más aún cuando entre los asistentes se encuentran otros consultores – nos suelen realizar una pregunta, una vez creado un mínimo de confianza, del tipo siguiente: pero, cuando habláis de transformación de las organizaciones, ¿qué queréis decir?. 

A intentar contestar a esta pregunta o, al menos, a intentar dotarle de un cierto sentido al término transformación, le dedico las siguientes líneas.

Podríamos decir que transformación nos habla de un desarrollo en el tiempo y no tanto de un cambio determinado o determinista. No hay un final de la transformación. Es más, al transitar por un camino que no existe y se construye con el avance, su vivencia es nueva, ya que depende de la realidad de cada organización (sus personas, sus actividades, sus intenciones hacia el futuro…). Vivencia que cambia en función también de los cambios del contexto, de la situación que se es capaz de observar en el despliegue. Surgen nuevas visiones, nuevas realidades, nuevas percepciones e interpretaciones, etc., que colocan a las personas ante puntos de vista no observables – no existían – con anterioridad. Por ello, hablamos de un proceso no construido de antemano si no que se construye.

También tendríamos que contestar a si la transformación tiene un sentido o, en su caso, cualquier proceso en una organización es, por el hecho de su carácter abierto, una transformación. Pienso que debe asociarse a la transformación un cambio significativo en el modelo de ejercicio del poder en la organización. Este cambio debe orientarse al menos en dos vertientes diferenciadas y complementarias.

Por un lado, lo asocio a una redistribución del ejercicio del poder, a un incremento del número de “espacios” en los que éste encuentre las condiciones básicas para que pueda desarrollarse (por condiciones entiéndase información, interpretación y capacidad de acción). Conformar un conjunto nuevo de “espacios” de poder que lo ejerzan de un modo no homogéneo, ni en su reparto ni en su voluntad o capacidad de actuación.

Por otro lado, se trataría de pasar de un ejercicio de individualidad a priorizar el conjunto, el equipo, en el que ésta se desarrolle. Así, se trataría de generar equipos en los que pueda vivirse la responsabilidad de la imaginación y de la acción cotidiana, el sentido de generar su futuro y ser protagonistas del mismo. Fomentar al máximo posible el cambio de formas de trabajo en las que lo individual tiene su referencia a otras en las que se acondicionen las posibilidades del ejercicio colectivo sin pretender, por lo negativo y, al mismo tiempo, imposible que supone, la negación de la individualidad.

En resumen, entiendo transformación de una organización a la entrada en un proceso y al despliegue continuado en el tiempo de unas ideas de funcionamiento que se refuerzan con la implantación de sistemas de trabajo que contribuyen a generar espacios colectivos de ejercicio de poder que, en una continua interacción, permitan generar un devenir más rico y pleno para las personas que constituyen la organización.

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