Introducción
Este es un extracto de la conferencia que dio Alfonso Vázquez en el Parlament de Catalunya en la sesión titulada «Gobernanza empresarial basada en la corresponsabilidad y la participación de los trabajadores», en el marco de DIÁLOGO SOBRE COGESTIÓN PARA TV3 Y LA CCMA.
Las estructuras empresariales tradicionales no están pensadas para el trabajo colectivo, que evoluciona por interrelación y por cooperación. Es un modelo en el que el trabajo se organiza individualmente y alguien se encarga de interconectarlo. Al parcelar los procedimientos y dirigir el trabajo desde fuera, se destruye el potencial de aportación cognitiva del trabajador. Las organizaciones necesitan el trabajo del conocimiento como fuente de competitividad, innovación y mejora continua.
El origen de las estructuras empresariales tradicionales son el fordismo y el taylorismo, y están pensadas para organizar el trabajo físico ligado a las máquinas.
Lo esencial para la transformación de las empresas es actuar sobre la manera como está estructurada la producción, y los que trabajan tienen que poder decidir, porque son los que saben cómo se produce.
Todos los trabajadores desean trabajar de otra manera, y cuando tienen la posibilidad de ponerlo en práctica se consiguen milagros. La autonomía de los equipos de trabajo, centrada en los procesos productivos con el objetivo de mejorar los estándares de calidad, es muy importante. Con ella se redistribuye el poder de decisión, pero no de manera igualitaria ni asamblearia –que es fácilmente manipulable–, sino con la autoorganización de los trabajadores en el ejercicio de su actividad concreta. Es allí donde surgen nuevas ideas e iniciativas, donde se genera una dinámica positiva. Lo esencial para la transformación de las empresas es actuar sobre la forma de producir, sobre la manera como está estructurada la producción, y los que trabajan tienen que poder decidir porque son los que saben cómo se produce. Hay que trasladar el concepto de ‘trabajo’ a donde ‘pasan las cosas’, olvidando las estructuras, las oficinas y, especialmente, las jerarquías. Cuando en la transformación intervienen ‘direcciones’, se estropea el proceso. Hay que desestructurar la empresa, porque las estructuras preexistentes condicionan y definen la gestión, y tienden a reproducir el modelo anterior.
No tiene sentido negar la participación a los trabajadores, su aportación al conocimiento colectivo, al desarrollo de su trabajo y por tanto su aportación social.
Estamos en una sociedad del conocimiento en que el conocimiento es personal y la cooperación se produce en el lugar de trabajo. En momentos como éste no tiene sentido negar la participación a los trabajadores, su aportación al conocimiento colectivo, al desarrollo de su trabajo y por tanto su aportación social. Si queremos organizaciones eficaces, más justas y más capaces de crear riqueza, nos urge evolucionar hacia formas organizativas, de gestión y de trabajo basadas en la autoorganización y la cooperación libremente escogidas. Para ello es necesario un pacto previo entre la propiedad y los trabajadores. Un pacto así es suficiente para iniciar el proceso de cambio con expectativas de éxito.
La propuesta de cogestión de TV3 es una iniciativa ejemplar, me parece enormemente interesante. La búsqueda de un modelo de cogestión compartido por los trabajadores y el arco parlamentario catalán es una iniciativa que puede crear una manera de hacer las cosas muy original, que puede ser válida no solo para la sociedad catalana, sino también para otras sociedades, otras comunidades o nacionalidades dentro del estado español, y para todo el ámbito del sector público. Me parece una iniciativa ejemplar.
* Este es un extracto de la conferencia que impartió Alfonso Vázquez el 13/09/2013 y recogido en la publicación «Cogestió, el millor per a la CCMA» editado por la Comissió de Cogestió dels Treballadors de TV3, Febrero de 2016.